Es recomendable, entre otras técnicas, utilizar formas neutras, genéricas y dobles.
Es recomendable, entre otras técnicas, utilizar formas neutras, genéricas y dobles.
El Instituto de Estudis Catalans define el lenguaje como la facultad humana de comunicar los propios pensamientos o sentimientos a un receptor mediante un código lingüístico compartido.
Esta definición nos deja dos conceptos claros. Por un lado estamos hablando de una facultad de las personas humanas y por otro, de que es la forma de expresar una idea, unos pensamientos, una forma de sentir.
Sólo por este motivo, queda clara la importancia de que nuestras organizaciones trabajen con un lenguaje inclusivo, no sexista, que incluya a todas las personas. Es decir, un lenguaje trabajado con perspectiva de género.
La Ley 17/2015, de 21 de julio, de igualdad efectiva de mujeres y hombres habla de la necesidad de utilizar un lenguaje inclusivo en varios ámbitos. A los poderes públicos se les menciona en los artículos 3 y 15, en la educación, en el artículo 21, y en los medios de comunicación, en el 25.
Son sólo unos ejemplos que demuestran la importancia del lenguaje y que lo convierte en una de las primeras medidas que las entidades deberían emprender cuando la propia ley les insta a velar por la igualdad efectiva en sus organizaciones. Vemos seis puntos con los que podemos mejorar el lenguaje.
1. Formas dobles
Es muy habitual encontrarnos con formas dobles, con el objetivo de intentar no hacer distinciones de género. El problema de utilizar estas expresiones (trabajadores y trabajadoras, monitores y monitoras, jugadores y jugadoras….), o incluso sus versiones reducidas (trabajadores/as, monitores/as, jugadores/as…) es que se dificulta la fluidez de la comunicación oral como de los textos.
Por ese motivo, el sentido común, pero también algunos manuales de lenguaje inclusivo como el de la Universitat Autònoma de Barcelona recomendan su utilización pero con cuidado de no caer en exceso, ofreciendo la posibilidad de combinarlo con otras fórmulas, como la siguiente.
2. Formas genéricas y otras expresiones
Esta opción es más adecuada que la anterior, aunque puede requerir un grado más elevado de preparación. Consiste básicamente en la utilización de fórmulas genéricas que permiten la inclusión
La más clara de todas es el uso de la palabra “persona” con un adjetivo o una frase subordinada que la califique De esta forma los trabajadores y trabajadoras se convierten simplemente en persones treballadores, i els voluntaris o voluntàries en persones voluntàries.
3. Expresiones despersonalizadas
Éstas son expresiones que también se conocen con el nombre de neutras i que, evidentemente, garantizan la igualdad de trato. Es evidente que hay expresiones más complicadas de despersonalizar, pero sólo con un poco de ingenio podemos conseguir que nuestras comunicaciones tengan un carácter totalmente inclusivo.
La clave estará en no pensar de forma individualizada, sino hacerlo en colectivos, de forma más genérica. Así, en lugar de decir “colaboradores” dirimos “con la colaboración de”, en vez de “bienvenidos”, “os damos la bienvenida” en vez de “solicitante”, solicitado por”.
4. Los pronombres
Los pronombres son unas figuras gramaticales que carecen de un referente fijo, sino que se refieren a otras figuras citadas anteriormente. Esto hace que nos encontremos de manera muy habitual con expresiones como “todos hicieron piña”, “me complace invitarle” o “los que tarden menos tiempo ganarán”.
Si nos fijamos, de manera probablemente inconsciente estamos dando género masculino a la persona que recibe el mensaje, obviando totalmente el género femenino. Un simple cambio de pronombres suficiente para arreglarlo. “Todo el mundo hizo piña”, “me complace invitarle” o “quien tarde menos tiempo ganarán” serán mucho más adecuados para nuestro objetivo de alcanzar un lenguaje inclusivo.
5. Estereotipos
Los estereotipos están construidos a partir de ideas, prejuicios, creencias u opiniones preconcebidas que no se basan en la objetividad. Su uso es uno de los errores más habituales que se producen en el lenguaje. No es infrecuente, por ejemplo, que a uno club de fútbol se hable de jugadores, exclusivamente, y se olviden que en el mismo club hay jugadoras, simplemente debido a que éste es un deporte muy masculinizado.
Por otra parte, tampoco podemos olvidar aquellas palabras que tienen un significado muy diferente si se asocian a un hombre oa una mujer. En catalán, por ejemplo, un fresco no tiene el mismo sentido que un fresco, o uno cualquiera que uno cualquiera. Tenir cura amb aquest tipus d’expressió més que un consell és una obligació.
6. Pressupòsits
Aunque pueda parecer increíble, hoy en día siguen existiendo determinadas profesiones o figuras que se asocian directamente al género. Si hacemos un análisis de los mismos, llegaremos a la conclusión de que la mayoría de profesiones con falta de prestigio tienden a ser asignadas a mujeres y por tanto tienen forma femenina, y en cambio, en aquellos lugares de mayor prestigio sucede lo contrario.
Es habitual oír hablar, por ejemplo, de las “mujeres de la limpieza” olvidando que en este oficio también pueden haber hombres, o aludir a “directivos”, para designar un lugar donde pueden haber mujeres. Cuántas veces hemos oído decir a alguien “ voy al médico” y al llegar encontrarse una médica? Hem de prestar atenció a aquestes situacions perquè no es produeixi aquest incomprensible biaix de gènere.
Si tienes dudas sobre planes de igualdad en entidades no lucrativas, el equipo técnico de Suport Asociativo te las resuelve a través del servicio online de asesoramiento de Xarxanet.